Temperatura de desmagnetización del imán
¿A qué temperaturas se desmagnetizan los imanes?
En física, todos los materiales que tienen dominios magnéticos se clasifican como imanes. Estos dominios especiales deben entenderse como imanes elementales, es decir, están formados por muchos electrones pequeños e igualmente alineados.
Para que la magnetización funcione, estos imanes elementales (comparables a pequeñas barras magnéticas) deben apuntar en la misma dirección. Esto ocurre, por ejemplo, cuando se aplica un fuerte campo magnético al material (por ejemplo, un metal ferromagnético como el hierro). La fuerza magnética se concentra e irradia hacia el exterior.
Sin embargo, hay varias formas de desmagnetizar los imanes, es decir, de debilitar su fuerza o incluso anularla por completo: Una de ellas es aumentar la temperatura.
¿Qué factores influyen en las propiedades magnéticas?
Por supuesto, esto depende en gran medida del tipo de imán permanente. Las vibraciones, como golpes o erupciones, no afectan a todos los imanes permanentes. En el caso de los imanes de neodimio, este peligro no es real. Otros imanes permanentes, dependiendo de la intensidad de su fuerza magnética, no pueden soportar la presión y se desprenden al destruirse el sistema estable de espines de electrones alineados.
Además de la vibración, un aumento de la temperatura también es adecuado para desmagnetizar imanes. Cada imán tiene un rango físico de temperatura en el que conserva su efecto. Esta temperatura máxima de funcionamiento se denomina temperatura Curie, en honor al físico francés Pierre Curie. En este caso, los imanes de neodimio son mucho más susceptibles: a unos 80 °C pierden su efecto magnético.
¿Pueden los imanes perder completamente su fuerza?
Por regla general, no si se almacenan de forma óptima. Sin embargo, la descomposición a lo largo del tiempo puede suponer un riesgo importante. En el caso de los imanes, se trata principalmente de corrosión, es decir, óxido. Para optimizar los imanes contra la oxidación durante la producción, los materiales se mezclan con elementos químicos específicos, como el cobalto. Un revestimiento exterior de níquel, resina epoxi u otras sustancias también puede garantizar la protección a largo plazo.